Hace décadas, la humanidad viene buscando señales de inteligencia extraterrestre. Barrimos el cielo tratando de encontrar algún tipo de evidencia que confirme que no estamos solos en el Universo, inspirados en la infinidad de películas donde se realizaban los primeros contactos, visitas, o invasiones. Pero, ¿alguien se detuvo a pensar qué pasos se deberían seguir si llegara a darse ese contacto? ¿A quién debe comunicárselo primero? ¿A la prensa? ¿A la comunidad científica? ¿A una tía sorprendidísima por Facebook? Y ni hablar del interrogante que nos recuerda a una madrugada de domingo, uno más conocido por nuestra especie: ¿es buena idea responder este mensaje?
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Mejor prevenir que curar. O, mejor dicho, mejor saber cómo actuar frente un ET antes de que venga uno, no tengas idea de qué hacer y te lo lleves a tu casa. El comité SETI de la Academia Internacional de Astronáutica (IAA) comenzó a debatir posibles acciones posteriores a la detección de inteligencia extraterrestre a mediados de los años ‘70. Entendieron que las primeras pruebas de detección podrían ser ambiguas o incompletas, por lo que era necesario un análisis cuidadoso para su confirmación. Por esta razón, el SETI de la IAA acordó con la comunidad científica una serie de principios para difundir información sobre la detección de inteligencia extraterrestre.
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Ahora bien, una vez confirmada la señal ET, el siguiente paso sería determinar quién tiene que responder y en carácter de qué. La cuestión de designar la autoridad que debería representar a la civilización humana en una futura relación Alien-Humano fue siempre un campo de grandes debates y aún no está definida. Ojalá pudiéramos votar por Sagan.
En el artículo XI del Tratado del Espacio de 1967 –núcleo jurídico del Derecho Espacial– se reconoce de forma implícita el rol del secretario general de la ONU como representante de la humanidad (tranca el cargo). A su vez, otro tratado de la ONU, el Acuerdo que debe regir las actividades de los Estados en la Luna y otros cuerpos celestes –aprobado en 1979– señala en su artículo 5, inciso 3, que los Estados Partes informarán al Secretario General de la ONU cualquier fenómeno que descubran en el espacio ultraterrestre que pueda poner en peligro la vida o la salud humanas, así como de cualquier indicio de vida orgánica. Tenemos leyes para todo, queridos extraterrestres. Podrán escapar más fácilmente de las leyes de la gravedad que de las leyes del Derecho Espacial.
Por todo ello, y pese a que no existe un documento internacional que directamente ponga en la cabeza de la ONU las relaciones con los extraterrestres, desde la perspectiva del derecho internacional no es una locura determinar que, si algún día llega la señal, el secretario general de la ONU sea el mejor candidato para limpiar la voz, agarrar el micrófono y, en nombre de la humanidad, preguntar ‘Alien, ¿só vó?’. | For decades, humanity has been searching for signs of extraterrestrial intelligence. We sweep the skies seeking some form of evidence that confirms we are not alone in the Universe, inspired by an endless stream of movies featuring alien first encounters, visits and invasions. But did anyone stop to think what steps should be taken if contact were made? Who should be notified first? The press? The scientific community? Some astounded woman on Facebook? Not to mention the question (one known more by our species and reminiscent of early on a Sunday morning): is it a good idea to reply to this message? [...] Prevention is better than cure. In other words, it is better to know how to act when confronted with an ET before one arrives, rather than having no idea what to do and taking it home with us. In the mid-1970s, the SETI Committee of the International Academy of Astronautics (IAA) began debating possible courses of action following the detection of extraterrestrial intelligence. They understood that initial proof of detection might be ambiguous or incomplete and that careful analysis was needed before confirmation. The IAA SETI Committee and scientific community therefore agreed on a set of principles for disseminating information about the detection of extraterrestrial intelligence. [...] So now, once an ET signal is confirmed, the next step would be to determine who should respond and in what capacity. The issue of designating the authority to represent human civilisation in any future Alien-Human relations has always been a subject of great debate and has yet to be defined. If only we could vote for Sagan. Article XI of the 1967 Outer Space Treaty—the legal foundation for Space Law—implicitly acknowledges the role of the UN Secretary-General as a representative of humanity (quite a job). Meanwhile, another UN treaty, the Agreement Governing the Activities of States on the Moon and Other Celestial Bodies—approved in 1979—indicates in Article 5.3 that the States Parties shall inform the UN Secretary-General of any phenomenon they discover in outer space, which could endanger human life or health, as well as any indication of organic life. We have laws for everything dear aliens. You might find it easier to escape the laws of gravity than our laws of space. In view of all this, and despite there being no international document that directly places the UN at the head of any relations with extraterrestrials, from an international law perspective, it is not so crazy to suggest that if the signal does come one day the UN Secretary-General is the best candidate to take the microphone, clear his throat and, on behalf of humanity, ask “Alien, ees dat you?” |